Sólo con la dieta, hace que nuestro pensamiento se focalice en ella constantemente, todos los momentos del día nos obsesionamos en cuándo volverá a llegar el siguiente momento de comer, además de recordar reiteradamente los alimentos prohibidos, echándolos de menos y deseándolos sin cesar.
De esta manera, no funcionan los trucos habituales de las dietas: autocontrol, animarse por perder kilos,… Porque los refuerzos psicológicos que sí tienen efectividad en una persona normal, cuyo pensamiento no se enfoca constantemente en lo que come o en lo que no, fracasan en las personas afectadas, en cuyas mentes, no caben, muchas veces, otras preocupaciones que superen la sucesión machacona de deseos de ingerir comestibles. Aún cuando esos deseos provengan de intentar tapar las demás aflicciones.
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