lunes, 16 de mayo de 2011

Señales especiales

Explican que a las personas afectadas, esos alimentos concretos, les transmiten señales determinadas (¿al cerebro?), diferentes de las que reciben las personas normales.
Esto implica que las demás personas no oyen en su cabeza esas órdenes ineludibles que les arrastran irremediablemente a repetir la comida de forma indefinida. Que esas personas normales, una vez que han probado un trozo, dejan de pensar obsesivamente en lo que se ha quedado en la bandeja, haciendo recuento mental y visual de los pedazos que quedan y lo bien que sentarían deshaciéndose en la boca, se olvidan de ellos sin prometerse que “sólo comerán uno más”, sin notar desgarradoramente, una vez que se han acabado las porciones, que precisan imperiosamente colmarse con otras cosas similares, y si no hay parecidas, pues otras, las que sean, abalanzarse sobre ellas, ingerirlas, tragarlas, engullirlas, devorarlas,… lo que sea, con tal de acallar esas voces.
Es decir, que esas personas normales, no es que tengan una fuerza de voluntad mayúscula, a prueba de bombas, sino que realmente ¡No las echan de menos!.
Pero, ¿Estas personas existen? ¿Lo normal es que se sacien con sólo probar?
O ellos no tienen esas reacciones psicológicas que yo sí tengo, o bien sus voluntades son ingentes. Pero en este caso, ¿por qué en otros ámbitos sí soy más fuerte que ellas? ¿Sólo en cuestión de comer me ganan?

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