La siguiente frase afirma que lo que no hay que comer es “lo que no debemos” para evitar desatar la reacción subsiguiente que conduce al atracón.
Voy a deducir que lo que no debo comer es todo aquello que me desencadena la obsesión, y que antes he detallado. Todos aquellos alimentos que enumeré en primer lugar.
Ahora bien, ¿qué hago con los dudosos?
Y también, si cierta elaboración culinaria los contiene, ¿debo eliminarla asimismo?
Pongo un ejemplo: El alimento más compulsivo que tengo es el azúcar. Bien, por tanto, debería quitar de mi dieta todo lo que lo lleve como ingrediente principal: bollería, postres, caramelos, chocolate,… Ahora bien, hay algunas cosas, como el tomate frito, o el kétchup, que, pese a no ser dulces, lo contienen como antiacidulante.
O en el caso de las harinas, retiro el pan, las tostadas, las galletas, etc., pero ¿qué pasa con los rebozados, que la llevan pero no en gran cantidad?, ¿Y el las salsas?
En cuanto a los alimentos dudosos, ¿Qué pasa con los frutos secos? ¿y las frutas?
Dada la solución al problema, resulta que tengo más dudas que antes.
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