martes, 10 de mayo de 2011

Estoy afectada

Sea cual sea la causa que provoca esta enfermedad, independientemente de porqué la sufrimos, lo cierto es que la padecemos. Esto es lo único que sabemos de verdad: tenemos un problema, un grave problema con la comida.
Del mismo modo que otras personas con otras enfermedades tienen dificultades a la hora de andar, de manejar objetos, de ver, de oír, de soportar determinado dolor, etc., nosotros tenemos serios impedimentos en el momento de alimentarnos normalmente. Nuestra nutrición está absolutamente desequilibrada, en algunas personas por exceso, en otras por defecto, pero en cualquier caso, mal.
Y no sólo ahí se muestra la enfermedad. Además existen muchos otros síntomas que afectan al devenir de toda nuestra vida, del mismo modo que un dolor perturba a muchas parcelas del ser humano (cuando nos duele algo, no tenemos ganas de reír,  de bailar, de correr,…, nos sentimos irritables y a veces preferimos estar solos,…), estas limitaciones nutricionales también provocan respuestas anormales en otros ámbitos: comportamientos, pensamientos, decisiones, respuestas, etc.
No somos personas normales. Tenemos una dolencia especialmente limitante, y es crucial que seamos conscientes de ello.

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