lunes, 20 de junio de 2011

Una ayuda más fuerte que yo

La fuerza que necesito para vencer las demandas tiránicas de esta enfermedad psíquica es mayor de la que yo puedo desplegar. Necesito que alguna energía externa a mí, y mucho mayor que yo, me pueda infundir la capa de vigor suficiente para que, en cuanto  aparezcan los apetitos obsesivos consiga sacarlos fuera de mí, para que no entorpezcan mi vivir y mi tranquilidad. ¿Es esto posible? ¿Existe esa fuerza en algún lugar del universo? ¿Dónde está? ¿Yo podría tener acceso a ella?
Porque lo cierto es que la preciso, si quiero conseguir dejar de comer de esta forma apremiante, forzosa, perentoria, inexcusable,… Si quiero salvarme de esta prisión a la que este maldito destino me ha condenado y no volver a engordar nunca más, nunca más, nunca más,… Mi mundo se desmorona si no lo consigo. Incluso me he planteado el dejar de existir, dejar de padecer, dejar de sufrir, simplemente, no estando. De ese modo ya no habría prisión, ni cadenas, ni monstruo. Mi alma sería libre para volar, o para caer en la nada, lo que sea que haya más allá.
Pero por otro lado,… mi familia, mis hijos, mi marido, mis compañeros, mi trabajo, mis amigos, todos los que me rodean, y me necesitan,… no puedo hacerles eso. Tengo que estar aquí.
Aunque para un “estar aquí”, “no estando”… Ya que la celda en la que me mantiene la enfermedad, ¿merece la pena aguantar? ¿Cuánto tiempo?

domingo, 12 de junio de 2011

Necesito ayuda

Ha llegado el momento desesperado, de convencerme de que nada de lo que yo haga, emprenda, me prometa, me ilusione, acometa,… nada hay que me vaya a ayudar a salir de este círculo vicioso, agobiante, atenazante, aprisionador, encadenante, que no ceja de mantener mordida a su presa, dejándola a merced de las exigencias del monstruo. A estas alturas, me convenzo de que nunca, con la fuerza de voluntad, seré capaz de salir. Lo sé. Eso es cierto.
Necesito ayuda, pero ¿de quién? No hay psicólogo ni psiquiatra en quien crea o confíe. Además, los de la Seguridad Social no tienen citas, hay que aguardar una lista de espera inmensa. Los privados son muy caros, y no me llega. Y aún más, no tengo confianza en sus métodos pastilla-derivados. Entonces, ¿Quién me puede ayudar? ¿Dónde lo busco? ¿Qué me propone la Comunidad? Es lo único a lo que me puedo agarrar.

jueves, 2 de junio de 2011

La dieta la rompe siempre algún atracón

Situación aquella que además, se repetía en periodos cada vez más cortos, en intervalos de tiempo más y más justos, hasta que llegaba el día en que, incluso, ya no se daba discontinuidad, y tras un atracón, venía otro sin descanso, con lo cual, todos nuestros esfuerzos anteriores iban al traste. Cualquiera que fuera nuestra motivación inicial, nuestro impulso primigenio, terminábamos cayendo estrepitosamente, sumidos en el caos alimenticio, psíquico y moral más absoluto, en un infierno sin fin que acallábamos y dormíamos con comida y más comida.

miércoles, 1 de junio de 2011

Las ganas imperiosas de comer son inevitables

En consecuencia, aunque nuestra resolución por hacer dieta hubiera sido muy fuerte, aunque estuviéramos muy concienciados, e incluso bien dirigidos por profesionales de la nutrición; e incluso aun cuando durante algún tiempo hayamos sido capaces de seguirla y haber conseguido resultados positivos, siempre llegó un momento, fatídico, en el que la ofuscación por comer nos llevó al atracón, irremediable, imparable, indefectiblemente, a caer en un agujero que posteriormente sus efectos fueron devastadores, tanto a nivel biológico, por el aumento de peso que supuso (o/y los vómitos y malestares consiguientes), como psicológicos, por lo que implica semejante fracaso, que en la mayoría de las ocasiones nos condujo a terminar abandonando la dieta, y dejándonos llevar por la pesadilla de la ingestión masiva.