En consecuencia, aunque nuestra resolución por hacer dieta hubiera sido muy fuerte, aunque estuviéramos muy concienciados, e incluso bien dirigidos por profesionales de la nutrición; e incluso aun cuando durante algún tiempo hayamos sido capaces de seguirla y haber conseguido resultados positivos, siempre llegó un momento, fatídico, en el que la ofuscación por comer nos llevó al atracón, irremediable, imparable, indefectiblemente, a caer en un agujero que posteriormente sus efectos fueron devastadores, tanto a nivel biológico, por el aumento de peso que supuso (o/y los vómitos y malestares consiguientes), como psicológicos, por lo que implica semejante fracaso, que en la mayoría de las ocasiones nos condujo a terminar abandonando la dieta, y dejándonos llevar por la pesadilla de la ingestión masiva.
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