Situación aquella que además, se repetía en periodos cada vez más cortos, en intervalos de tiempo más y más justos, hasta que llegaba el día en que, incluso, ya no se daba discontinuidad, y tras un atracón, venía otro sin descanso, con lo cual, todos nuestros esfuerzos anteriores iban al traste. Cualquiera que fuera nuestra motivación inicial, nuestro impulso primigenio, terminábamos cayendo estrepitosamente, sumidos en el caos alimenticio, psíquico y moral más absoluto, en un infierno sin fin que acallábamos y dormíamos con comida y más comida.
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