lunes, 19 de diciembre de 2011

La culpa la tienen los demás

Los problemas asociados a la baja autoestima, como el sentirse inferior a los demás, despreciado por los demás, ignorado por los demás, separado por los demás, etc. Era culpa única y exclusiva de ¡los demás!. Puesto que ¿quién iba a ser responsable de que me ignorasen en un grupo de conversación, sin que mis ideas fueran tenidas en cuenta o incluso simplemente escuchadas? Por supuesto, los demás; todos esos que me ignoraban. Eran ellos los que provocaban que yo me retrajese más y más, que cada vez mis aportes a la discusión fueran más vagos y raros, que incluso llegase a abstraerme de sus planteamientos sin hacer caso a todo lo que se venía hablando. Jamás era yo. En todo caso, la comida tenía la culpa. La comida que me había hecho tan obesa que generaba la marginación social. Y la sociedad, esa sociedad que maldecía a los que no seguían la línea de la mayoría, lanzando el mensaje de: hay que ser mediocre para no ser esquinado, no se puede salir de la línea del medio, se debe actuar uniformemente, similarmente, plagiando todo lo que la gran mayoría es y hace para ser aceptado en esa gran mayoría; las minorías no son bienvenidas, son apartadas y relegadas para que no estorben, para que no recuerden a la masa social que existen las diferencias y los individuos.

La culpa, en consecuencia, era de la sociedad, no mía.