martes, 24 de mayo de 2011

¿Cómo? ¿Con mi exigua fuerza de voluntad?

Reiteran que dicha abstención no se puede practicar confiando exclusivamente en la fuerza de voluntad.
Lo cierto es que puedo plantearme un régimen de comidas que no incluya los alimentos compulsivos principales. Pero en el día a día, pueden suceder muchas cosas que me obliguen a acudir de nuevo a ellos, y como ya se ha dicho, la reacción que desatarían sería mayor que la que tengo hoy.
El gusto por esos comestibles es tan grande que podría renunciar de forma normal, pero habrá momentos en los que verdaderamente los “necesite”. Y en el momento en el que rocen mi paladar, desencadenarán de nuevo el atracón. Aunque en ese momento, sé que me autoengañaré diciéndome que no, “sólo un poquito”, “ahora uno más, sólo uno”, “bueno,… por un tercero”, “ya total, más de tres,… pues otro”.
Y ni la fuerza de voluntad más férrea me podrá frenar.

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