La fuerza que necesito para vencer las demandas tiránicas de esta enfermedad psíquica es mayor de la que yo puedo desplegar. Necesito que alguna energía externa a mí, y mucho mayor que yo, me pueda infundir la capa de vigor suficiente para que, en cuanto aparezcan los apetitos obsesivos consiga sacarlos fuera de mí, para que no entorpezcan mi vivir y mi tranquilidad. ¿Es esto posible? ¿Existe esa fuerza en algún lugar del universo? ¿Dónde está? ¿Yo podría tener acceso a ella?
Porque lo cierto es que la preciso, si quiero conseguir dejar de comer de esta forma apremiante, forzosa, perentoria, inexcusable,… Si quiero salvarme de esta prisión a la que este maldito destino me ha condenado y no volver a engordar nunca más, nunca más, nunca más,… Mi mundo se desmorona si no lo consigo. Incluso me he planteado el dejar de existir, dejar de padecer, dejar de sufrir, simplemente, no estando. De ese modo ya no habría prisión, ni cadenas, ni monstruo. Mi alma sería libre para volar, o para caer en la nada, lo que sea que haya más allá.
Pero por otro lado,… mi familia, mis hijos, mi marido, mis compañeros, mi trabajo, mis amigos, todos los que me rodean, y me necesitan,… no puedo hacerles eso. Tengo que estar aquí.
Aunque para un “estar aquí”, “no estando”… Ya que la celda en la que me mantiene la enfermedad, ¿merece la pena aguantar? ¿Cuánto tiempo?